The Metal Fest

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Emilio Jalil

13/04/24

Como la mayoría de los festivales en nuestro país, siempre hay algunos tornillos que apretar (aunque hay algunos que necesitan más que tornillos), y la primera edición del festival The Metal Fest, no fue la excepción, aunque en términos generales, la organización fue bastante aceptable tomando en cuenta que es el primer festival de Metal que se lleva a cabo en el Velódromo.

Antes que nada, los miembros de la prensa tuvimos que esperar casi una hora y media parados en el brutal sol del medio día para poder entrar, algo que se tendrá que planear mejor para la próxima edición. Por esto, nos perdimos más de la mitad del set de los abridores Gutalax, quien con todo y el inclemente sol, tocaron su tradicional Gore-Grind con total convicción y con el escatológico humor que los caracteriza. Solo alcanzamos a presenciar como 15 o 20 minutos de la actuación de los checos, pero dada la duración de sus canciones, pudimos oír como 10 o 12 canciones. Así, entre chillidos porcinos y gruñidos inteligibles, el público se divirtió con inflables, disfraces y demás parafernalia típica de las presentaciones de esta banda, quienes un día antes había cerrado la pre-fiesta del festival en el Circo Volador.

Pasadas las dos de la tarde iniciaron su actuación los finlandeses de To Die For, quienes la verdad sonaron bastante bien con su Metal Melangótico , aunque también les tocó tocar bajo un calor sofocante y los lamentos del cantante Jarno Peratalo sonaban con más convicción que nunca, porque el hombre se estaba derritiendo. Resultó una yuxtaposición bastante interesante oir a una banda finlandesa de este estilo tocando en un festival más cargado hacia géneros más extremos, pero la verdad fueron bastante bien recibidos y cumplieron en el escenario.

Por ahí de las 3:30 y aún con un sol abrazador, salieron al escenario los floridianos de Atheist, quienes con su Death Metal técnico, del cual son pioneros, dieron cátedra en el equilibrio entre virtuosismo y brutalidad. El cantante Kelly Schaeffer y el baterista Steve Flynn son viejos lobos de mar que han encontrado músicos excelentes que sin problemas tocan esas canciones que siguen sonando frescas y demandantes, más de 30 años después de haber sido escritas. El bajista Yoav Ruiz Feingold logra sin problemas llenar los zapatos de leyendas como Tony Choy y el finado Roger Patterson, y además hace alarde de energía en el escenario, quedando como anillo al dedo a la propuesta sónica de Atheist. Como era de esperarse, el disco más representado fue el clásico de 1991 Unquestionable Presence, del cual se aventaron 5 canciones, para beneplácito de la concurrencia.

Los siguientes en subir al escenario fueron los suecos de Necrophobic. Siempre me ha parecido un poco extraño cuando a las bandas de Black Metal les toca salir a tocar a plena luz del sol, como que este tipo de música y estética lucen mucho más en horario nocturno. Aún así, los veteranos dieron muy buena cátedra de su Black Metal melódico, muy influenciado por el Thrash y el Death. Los riffs de Johan Bergeback relampaguearon desde su inmaculada Flying V mientras el veterano baterista (y fundador de la banda) Joakim Sterner martillaba los tambores con la convicción de alguien que lleva 35 años en la escena. Realmente es de admirarse que una banda que está acostumbrada a tocar en climas gélidos se rife en una temperatura que seguramente pasaba de los 35 grados en el escenario, mis respetos.

Cerca de las 6 salieron al escenario los californianos de Death Angel, haciendo alarde de su impresionante energía. El cantante Mark Osegueda se desenvuelve con absoluta autoridad en el escenario, convirtiéndose en uno de los mejores “frontmen” de su generación, el tipo tiene una energía envidiable, similar a la de Bruce Dickinson, y su voz no se ha visto afectada por el paso del tiempo, por el contrario, se escucha talvez hasta más poderosa que en los 80. La banda repasó canciones de su repertorio más reciente así como clásicos como la thrasherísima “Seemingly Endless Time” y el clásico “The Ultra Violence” aunque en una versión recortada. Sin duda Death Angel fue de las bandas más aplaudidas de la jornada.

He de confesar que le perdí la pista a Amorphis hace muchos años, con todo y que editaron uno de mis discos favoritos de Death Metal de los 90 con el Tales from the Thousand Lakes, la banda se fue alejando paulatinamente del Death y se fueron adentrando más y más al Folk Metal y al Rock Progresivo, lo cual no tiene nada de malo, pero esencialmente se convirtieron en una banda diferente. Su actuación se basó primordialmente en material de los últimos años, pero muy para mi sorpresa, se aventaron dos canciones del Tales…, “The Castaway” y el sencillo “Black Winter Day”, además del tema que da nombre a su cuarto trabajo “Elegy”, o sea que no me puedo quejar.

Fue más o menos a estas alturas que empezó a correr la noticia de que Mayhem, quienes se suponía que cerrarían el festival, no iban a tocar por un problema con los vuelos del baterista Hellhammer, por lo que los miembros restantes de la banda se dedicaron a firmar autógrafos y tomarse fotos con sus fans.

Por alguna razón se decidió que fuera Anthrax el siguiente en salir (cuando estaba anunciado Overkill), lo cual no era cualquier cosa, ya que era la primera vez en 40 años que los neoyorkios se subirían a un escenario con su bajista original y miembro fundador, Dan Lilker, quien fuera despedido injustamente de la banda por “eclipsar” al entonces vocalista Neil Turbin con sus casi dos metros de estatura. A la postre, Lilker ha tenido una carrera larga y exitosa con muchas bandas, principalmente Nuclear Assault y Brutal Truth, pero no deja de ser un gran evento verlo de nuevo con sus ex compañeros. La banda abrió su set con el clásico “Among The Living” y no dejaron de aventarse hit tras hit de su irreverente Thrash, además de los dos covers que ya básicamente se han apropiado, “Got The Time” y “Anti Social”. En mi humilde opinión, Anthrax se llevó el festival. La banda se veía revitalizada por la presencia de Lilker, Scott Ian y Charlie Benante son un tándem icónico en la historia del Metal y como siempre, dejaron sangre y sudor en el escenario. Cabe destacar que también se aventaron la legendaria “Deathrider”, primera canción de su disco debut de 1984 Fistful of Metal, la cual tenían más de diez años de no tocar. La banda se despidió con la infaltable “Indians” con todo y su mítico “wardance” que como era de esperarse, provocó uno de los moshpits más intensos de la noche.

Después de más de una hora de espera, finalmente se montó el escenario de los también legendarios neoyorkinos de Overkill, quienes se disponían a cerrar la jornada con su letal Thrash de la vieja escuela.
Bobby “Blitz” Ellsworth es ya todo un ícono dentro de la escena y su inconfundible graznido nos llevó de la mano en un recorrido por varias etapas de la banda.
El set abrió con el Title Track de su más reciente álbum Scorched, metiendo un poco más de Groove a su usual estilo. Cabe destacar que para esta gira, la banda se ha hecho de los servicios de nada menos que Dave Ellefson, el veteranazo ex bajista de Megadeth, quien cubrió a D.D. Verni, quien se encuentra lesionado de un hombro. Ellefson fue muy bien recibido por el público, que incluso lo vitoreó en varias ocasiones.
Después de una par de canciones más contemporáneas (incluyendo la explosiva “Electric Rattlesnake”), nos fuimos al pasado con la magistral “Hello From The Gutter” y la clásica de 1991 “Coma”, llevándonos a una época donde el Thrash reinaba en el Metal Underground.
Cabe destacar el trabajo de los guitarristas Dave Linsk y Derek Tailer, además del baterista Jason Bittner, quien desde el 2017 le ha inyectado adrenalina pura a la banda.
El set (y el festival) cerró con tres clasicazos infaltables, “Elimination”, “Rotten to the Core” y la eterna cerradora “Fuck You”, dando fin a las hostilidades con broche de oro.
Aún con la lamentable ausencia de Mayhem de último minuto, el festival se llevó a cabo con fluidez y la gente se la pasó bastante bien, especialmente tomando en cuenta el calor que hacía y algunos detalles que hay afinar en términos de logística, pero en general fue un evento bastante bien organizado. Creo que el Velódromo le puede quedar chico a un Festival con más de 9 0 10 bandas, por lo que habría que tomar eso en cuenta en futuros festivales mayores, paro para esta afluencia (entre 5000 y 7000) creo que está bastante bien.

Fotos: Copyright Revista Cvlt excepto Gutalax, Death Angel y To Die For por @gusmalamigo