Somos el reflejo de nuestro contexto. En el caso de Kvelertak, ese contexto se puede entender como la escena de Punk y Metal extremo que invadía las ondas sonoras del cielo noruego a finales de los 90.
Emilio Jalil
Somos el reflejo de nuestro contexto. En el caso de Kvelertak, ese contexto se puede entender como la escena de Punk y Metal extremo que invadía las ondas sonoras del cielo noruego a finales de los 90.
La banda, formada oficialmente en el 2007 en Stavanger, Noruega, está conformada por músicos que crecieron oyendo en partes iguales el punk ruidoso e irreverente de bandas como Turbonegro y Gluecifer así como el más gélido black metal, especialmente de bandas como Satyricon. Tal yuxtaposición de estéticas sónicas, engendró un híbrido que algunos llaman “Black and Roll”, aunque creo que en el caso de Kvelertak, eso sería simplificar demasiado su amplio abanico de influencias y texturas.
Para empezar, Kvelertak está conformado no por uno, ni dos, sino tres guitarristas: Vidar Landa, Bjarte Lund Rolland y Maciek Ofstad, lo cual le da un sonido enorme a la banda y abre sus posibilidades en cuanto a melodías, armonías y capas de distorsión.
El disco debut homónimo del 2011 tomó desprevenido a todo el mundo, quienes no entendían una banda de Black Metal podía tener coros tan pegajosos y cómo una banda de Punk podía tener tantos Blast-Beats. La realidad es que Kvelertak no es nada en especial y lo es todo a la vez: Hard Rock, Punk, Garage y Black Metal envueltos en un carácter de festiva furia. El hecho de que sus letras estén en noruego le da un toque extra de misterio a la banda, ya que aunque casi nadie entendemos lo que están diciendo, la música por sí sola entrega el mensaje fuerte y claro.
En este 2023 editan su mejor disco en diez años, Endling, en el que retoman esa dualidad blackandrollera de sus primeros dos discos y qué mejor que atestiguarla en vivo por primera vez en suelo nacional en el Mexico Metal Fest. Que corra la sangre, el sudor y la cerveza a borbotones.