Emilio Jalil
El Goregrind es un (dis)gusto adquirido. Un sub-subgénero que apela al cavernícola más pueril e infantiloide que muchos llevamos dentro, al punto de representar lo que muchas de nuestras madres definían sabiamente como “puro grito y tamborazo”.
Sin embargo, en esa simpleza y carencia de cualquier indicio de vergüenza musical, radica el atractivo de bandas como Gutalax; No solo hacen apología a la parte del cerebro que encuentra gracioso el proverbial “Pipí-popó-caca-pedos”, sino que lo hace con total descaro, encontrando el aspecto más lúdico del mugrero pseudo-musical.
Pero seamos honestos, aparte del carácter despreocupadamente escatológico de estos checos, hay una buena cantidad de Groove entre los incoherente gruñidos del vocalista Maty, que no pierde el tiempo escribiendo letras que de todos modos nadie iba a entender y se dedica solamente a emitir toda clase de sonidos, que van desde lo que asemeja el croar de un sapo hasta el chillido de un puerco en celo.
La banda no se toma nada en serio y ahí está justamente su appeal. Como dignos participantes recurrentes en el festival Extreme Obscene, que congrega toda clase de puerquerío musical en su natal República Checa, Gutalax son una banda creada para llevar los excesos del GoreGrind a sus más absurdos límites de incoherencia.
La música de Gutalax, es más entretenida de lo que uno quisiera admitir. Dentro de su simpleza, tienen un muy buen sentido de lo que hace mover a las masas sin pretender otra cosa que hacer a todo el mundo pasarla bien.
La banda es el equivalente al hermano deforme que el Metal esconde en el sótano apestoso, que de vez en cuando sacan a pasear con una máscara anti-gas puesta, montado en su puerco mascota. No es algo agradable, pero no por eso deja de ser divertido de presenciar, por lo que valdrá mucho la pena verlos en el escenario del MMF 2023.