Emilio Jalil
Es fascinante como se forman las “escenas musicales”. De pronto hay fenómenos socioculturales en cierto tiempo y en cierto lugar, donde se conjuntan una serie de factores que provocan que surjan movimientos y tendencias que se esparcen como pólvora. Lo que puede iniciar como un reducido grupo de amigos con gustos musicales afines, termina volviéndose una “escena”; un movimiento que trasciende un momento y un lugar, pero que se gesta justo ahí , en un lugar y en un periodo de tiempo especifico.
En el Rock y el Metal, ha habido escenas musicales claramente identificables que han engendrado e influido en géneros completos. Pasó en Los Ángeles con la escena del Glam Rock en los 80, pasó en San Fransisco con la escena del Thrash del Área de la Bahía, pasó con el Grunge en Seattle comenzando los 90. Pasó con el Black Metal escandinavo, con el Death Metal tanto de Florida como de Suecia y así sucesivamente.
Una escena que quizá no sea tan reconocida pero no por eso es menos importante, es la que surgió en el área de Georgia desde hace unos 25 años.
Desde finales de la década de los 90, empezó a burbujear en el estado sureño estadounidense de Georgia una escena con músicos que crecieron oyendo tanto bandas de Punk como de Noise Rock como del Sludge clásico de Nueva Orleans e incluso Thrash, Death y Black Metal. Tal amalgama de influencias escupió al mundo una generación de bandas que poco a poco le dieron forma e identidad a su propia escena musical.
Bandas que ahora son mundialmente conocidas como Mastodon, Baroness, Kylesa, Whores y, los que nos atañen, Black Tusk, surgieron de los sudorosos bares de ciudades como Atlanta y Savannah, con rejas de alambre en los escenarios, con gente con botas de serpiente, gorras de Black Flag y playeras de Black Sabbath. Las bandas incipientes se foguearon al calor de las brasas de los amplificadores refritos en cerveza y la esperanza de alguna vez hacer una gira en una camioneta oxidada que los llevara hasta las tierras prometidas.
Asi es como Black Tusk, irrumpió en la escena hace 20 años.
Hubo una época en los 80 cuando sabías que un disco iba a estar bueno si Brian Schroeder, mejor conocido como Pushead, había diseñado la portada. Lo mismo sucede con los discos con portadas ilustradas por John Baizley (casualmente muy inspirado por el arte de Pushead y quien también es el líder de Baroness). Hasta ahora no he oído un disco con portada de Baizley que no esté bueno, incluyendo el Split que grabó su banda Baroness y una banda llamada Unpersons, donde tocaba el bajo Andrew Fidler, quien tras la disolución de dicha banda, fundaría Black Tusk, ahora como cantante y guitarrista.
Tras un EP y un par de demos, Black Tusk editó su primer LP Passage Through Purgatory en el 2008, editado por el sello Hyperrealist, propiedad del mismo Fidler. El disco era una mezcla voraz de Sludge, Hardcore Punk y algo de Thrash, mezcla que ha sido más o menos constante en el sonido de Black Tusk a través de los años.
De la alineación que fue parte de ese disco debut quedan solo Fidler y el baterista James May, quien también hace la voz secundaria.
Dos años después de su disco debut, la banda fue firmada por la legendaria Relapse Records, con quien editaron tres discos; Taste The Sin (2010), Set The Dial (2011) y el Pillars Of Ash en 2016. Todos estos discos son bastante consistentes respecto al sonido de la banda y cuentan con momentos memorables que fueron marcando la evolución musical de Black Tusk, quienes nunca se han alejado demasiado de ese sonido igualmente pantanoso y feroz.
En 2018 cambiaron de disquera y se fueron a la británica Season Of Mist, con quien editaron ya dos discos; el T.C.B.T. del 2018 y el más reciente The Way Forward del año pasado.
The Way Forward es un relámpago de Metal Sureño con todo lo que uno podría esperar de un disco de Black Tusk pero con una especie de espíritu renovado, tal vez por la adición del guitarrista Chris Adams y el bajista Derek Lynch, quienes han inyectado nueva adrenalina a la banda, aunque no podemos decir que alguno de sus discos anteriores sea flojo en ningún sentido. Es un hecho que The Way Forward es un de los mejores y más intensos discos en la carrera de Black Tusk.
El Doom City Fest 3 nos brindará la oportunidad de ver en vivo a estos veteranos del Sludge de Georgia, en lo que promete ser sin duda una de las actuaciones más memorables de la noche, yo sé lo que les digo.
No olviden la cita el 24 de mayo, cuando el olor a ocote y a bulbo quemado invadirán el aire del Sangriento.